17.4.13

La comunión

La vida se renueva al altar.
No cabalgamos ni siquiera corremos.
Nos acercamos cabizbajos, chuecos, cojeando.
La panza gruñe, se queja
al contemplar la carne y la sangre, y con
una mordida de pan casero,
se satisfacen las ansias del alma.
En el vientre, el chamaco patea.
Le llega el sabor a través del agua amniótica.
Sigue vivo.
El sabor de trigo cosechado por manos braceras,
el vino antaño, la miel del espíritu contrito.
Las promesas nacen del perdón,
los himnos llenan los huecos del silencio, y puedo orar.
Los niños miran, grandes, grandes, y reciben la bendición.
En la rutina de comer, la vida se renueva al altar.

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