8.4.17

Amarga alegría

Es como la noche que te dijeron que dejaras de practicar el violín porque el sonido que le estabas sacando
sonaba a los llantos de un mono aullador
y antes de venir a comer tu sopita de lentejas,
Dejaste caer todo el peso de tus siete añitos
sobre el arco del violín como si fuera
un bastón, y la oíste chascar.
Todos te miraron con ojos grandes cuando te sentaste en la mesa.
Tus lágrimas eran el único brindis que rebosaban
mientras las lentejas se enfriaron
bajo la mirada de los que te amaban,
que te querían dar el don de la música.
Como siempre, guardaste silencio
y te alegraste de que sin arco,
Podrías gozar de una semana
callada.

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